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viernes, 30 de septiembre de 2011

Un encuentro con la historia (y V)

Con las páginas que hoy publicamos, damos por concluido este apasionante encuentro con nuestra historia cofrade. Aquí os dejo las hojas que recogen la última parte del articulado, así como las distintas aprobaciones que a lo largo de los años tuvieron que obtener de la correspondiente autoridad eclesiástica. Os cuelgo también una imagen del manuscrito original que corresponde a la página final de la primitiva redacción y a la de inicio del añadido capitular que se hace posteriormente.

Y poco más. Volver a insistir en la importancia histórica, cultural y religiosa del documento, recomendar fehacientemente su pausada lectura a todos, de manera muy especial a nuestros jovenes hermanos cruceros, y agradecer sinceramente su colaboración a cuantos han intervenido en el proceso. En primer lugar a todos vosotros, lectores y partcipantes de este virtual espacio, porque habéis demostrado con vuestras muchas visitas que estos temas interesan. En segundo, de manera muy concreta y específica, a nuestro hermano José Carlos Navajas Fuentes por su esfuerzo y dedicación en pos de esclarecer nuestro pasado. En tercero a otro de nuestros hermanos, Alfonso García de Dios Urbano, por su activa disponibilidad encaminada siempre en beneficio de nuestra secular Institución. En cuarto a Don Pedro José Lacort Navarro por su inestimable ayuda y colaboración. En quinto, y último, a Don Manuel Nieto Cumplido por todas las facilidades que nos ha brindado a la hora de acceder al manuscrito original. Así pués, en nombre de todos los que hacemos este blog, de cuantos nos sentimos cofrades castreños en general  y cruceros en particular, gracias. Que Dios Todopoderoso, con creces, a todos os lo pague.

P.S. Como hemos informado en anteriores entradas, nuestro incansable investigador mantiene abiertas varias búsquedas de datos referentes al pasado de nuestra Cofradía. Algunas están bastante avanzadas. De cualquier novedad que se vaya produciendo iréis teniendo cumplida información a través de este mismo medio. Os dejo ya con el texto del estatuto.










martes, 27 de septiembre de 2011

Un encuentro con la historia (IV)

Tal como anunciamos en días anteriores damos comienzo a la publicación del articulado constituyente de la Hermandad de Ánimas de Castro del Río aprobado en junio de 1499, el cual vamos a dividir en dos entradas. En ésta de hoy, además del preámbulo y los primeros veintidós capítulos, os dejo una foto de la primera página del manuscrito original donde aparece una cruz -perfectamente detallada por Don Manuel Nieto Cumplido en la exégesis realizada al texto estatutario que podéis encontrar en las anteriores entradas- y parte del texto en latín del Evangelio según San Juan (Cap. 1, 1-15) con su pequeño añadido.

Como en otra ocasión ya dijimos, este documento tiene la friolera de, al menos, quinientos doce años. Su estado de conservación es magnífico y hace unos días se nos concedió la posibilidad de digitalizarlo para una reproducción lo más exacta posible -estamos barajando distintas posibilidades- destinada a engrosar el archivo de nuestra Hermandad o, incluso, para exponerlo como prueba fehaciente del longevo pasado cofrade de Castro del Río en ese proyecto común de crear un Museo Permanente de Semana Santa que, desde hace ya algún tiempo, perseguimos todas las cofradías de Castro sin que, hasta la fecha, hayamos obtenido respuesta de la administración competente. Este feliz hallazgo podría servir para impulsar y consolidar definitivamente nuestras, cada vez más viejas, aspiraciones cofrades. Y es que, como bien dice Don Manuel Nieto, estamos ante un documento único, de los más importantes de Europa, que resulta clave para entender y explicar la religiosidad popular de la más alta Edad Media. Tenemos la inmensa fortuna de que este auténtico tesoro pertenece al acervo cultural, espiritual y religioso de nuestro pueblo, de Castro del Río. Qué menos que puedan tener acceso a él cuantos así lo deseen. En ello estamos.







viernes, 23 de septiembre de 2011

Un encuentro con la historia (III)

Con las páginas que hoy publicamos se acaba el estudio interpretativo que del manuscrito original hace Don Manuel Nieto Cumplido. En sucesivas entregas daremos a conocer el texto íntegro del articulado estatutario con sus correspondientes aprobaciones.







miércoles, 21 de septiembre de 2011

lunes, 19 de septiembre de 2011

Un encuentro con la historia (I)

No hay mejor forma de comenzar un nuevo curso cofrade que encontrándonos con nuestro pasado, con nuestra historia, en este caso con la relativa a alguna de las cofradías que a lo largo de los tiempos han existido o siguen existiendo en nuestro querido pueblo. Una de ellas, antecesora de otra actual, es la que va a ocupar algunas entradas de este virtual espacio, ya que es de la que hemos encontrado un magnífico trabajo histórico sobre sus estatutos constituyentes, el cual vamos a ir publicando en sucesivas entregas.

Pero vayamos por partes. Os cuento cronológicamente los hechos en los que me váis a permitir que incluya los correspondientes nombres propios. Durante este pasado mes de Agosto, uno de nuestros hermanos, José Carlos Navajas Fuentes, dedica gran parte de su tiempo vacacional a buscar por la red datos o acontecimientos relativos a nuestro pueblo en general y a nuestra cofradía en particular. Tras muchas páginas visitadas, consigue encontrar una referencia a unos estatutos del S. XV. Posteriores indagaciones lo conducen a una publicación granadina del año 2004 en la que Don Manuel Nieto Cumplido da cuenta de la existencia de los estatutos, atención, de la Hermandad de Ánimas de Castro del Río, de los que realiza una esclarecedora interpretación. Una vez conseguida la citada publicación -aunque no lo creáis, hecho difícil donde los haya- podemos dar por concluída la primera parte de esta historia.

Una segunda da comienzo con el inicio de las gestiones encaminadas tanto a la autorización para publicar aquí el referido trabajo de Don Manuel, como a la posible obtención del manuscrito original con el fin de hacer una copia para el archivo de nuestra Hermandad. En este apartado merecen mención aparte el iniciador de las citadas gestiones, nuestro hermano Alfonso García de Dios Urbano, y de manera muy especial un sobrino suyo, Don Pedro José Lacort Navarro, profesor de historia en la Universidad de Córdoba, quien desde el primer momento nos prestó su más desinteresada y valiosa ayuda para propiciar una entrevista con Don Manuel Nieto Cumplido, de quien obtuvimos todo tipo de facilidades a la hora de conseguir cuanto estuviera en su mano. A todos ellos, expresarles sincera y públicamente el más cofrade de nuestros agradecimientos.

Así pues, con todos los objetivos felizmente cumplidos, pasamos a publicar la primera parte del trabajo con anterioridad reseñado, auténtica punta de lanza de otra serie de hallazgos históricos referentes también a nuestra cofradía y que tienen mucho que ver con su fundación y con algunas de las Sagradas Imágenes que mandó realizar el Ldo. Luís Calderón en el S. XVI. Pero eso será ya otro encuentro con nuestra historia. Para hoy, y para los próximos días, aquí os dejo las primeras páginas de éste. A disfrutarlo.




                                                 


      ....//// Continuará ////....

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Peregrinos cruceros en la JMJ (y III)

por Juan Antonio Bello Jiménez

“No os quedéis a Cristo para vosotros, compartid con otros la alegría de vuestra fe” (Benedicto XVI)


Sábado. Los primeros rayos de luz entraban por los ventanales de aquel polideportivo. Los peregrinos preparaban todos los abalorios típicos de una acampada a la intemperie. Auguramos que iba ser un día duro pero nuestras ganas eran insaciables. Cuatro Vientos sería esa noche el “hogar” de casi dos millones de personas.


Antes de nuestra partida hacía el aeródromo, concelebramos una emotiva misa con todos los jóvenes de la Diócesis de Córdoba. El reencuentro con amigos y conocidos  nos llenó de satisfacción y alegría.

Con nuestras inseparables mochilas y el Pase de Peregrino al cuello emprendimos nuestra marcha. Los chambergos de color naranja y las camisetas para la ocasión daban un toque de color al asfalto que pisábamos. A lo largo de unos diez kilómetros de peregrinaje tuvimos una ocasión especial para dialogar, intercambiar experiencias y conocernos más a fondo.


El agua en aquel recorrido era el bien más preciado que se podía obtener. Cuando las temperaturas alcanzaban grados desorbitados y el sudor nos bañaba, aparecieron ellos. ¡Los bomberos! Al verlos, nos pareció cual oasis en mitad del desierto. La desbandada en carrera hacía donde estaban fue generalizada y le suplicábamos ese baño de agua para aliviar nuestro calor y llegar sin desfallecer al gran punto de encuentro de la JMJ.

Impacientes y expectantes por llegar a esa explanada kilométrica, observamos en todo el recorrido de nuestra peregrinación el trabajo que estaban desempeñando los servicios de seguridad, médicos y voluntarios. Era digno de alabar el esfuerzo que hicieron para que todo discurriese con normalidad. Agradeciéndolo y vitoreándoles en más de una ocasión desembocamos en la recta final de nuestro destino.

Como si tratase de la desembocadura de varios ríos en un mismo mar, los peregrinos llegábamos por distintos caminos, confluíamos y nos encaminábamos a aquellas gigantescas puertas de entrada al aeropuerto. Estampa inenarrable aquella y de película la fotografía que allí había. Las banderas de países que ni siquiera sabíamos de su existencia ondeaban juntas a los más conocidos. Era una auténtica marea humana compuesta por peregrinos, sacerdotes, monjas, misioneros, frailes… de todas las naciones del planeta, parecíamos una gran familia. Incluso algunos daban la sensación  que se habían criado en el mismo barrio por la cordialidad y hermandad que allí se profesaban. Sin lugar a dudas, aquello era una gran muestra de Iglesia Universal.

Salvando el desnivel del terreno, como fin de etapa peregrina, llegamos a nuestra meta particular, Cuatro Vientos. No había calificativos para su descripción y no dábamos crédito lo que contemplaban nuestros ojos. Era la mayor concentración de personas que jamás habíamos visto, se nos perdía la vista en el horizonte y parecía infinita aquella masa humana. Tan sólo divisábamos un escenario de dimensiones colosales que se erigía al fondo de todos aquellos peregrinos. ¡Estábamos sobrecogidos!


Asentándonos donde buenamente pudimos, observamos que los peregrinos no paraban de llegar a aquellas cuadrículas de tierra aeroportuarias articuladas por pistas de aterrizaje. ¡No cabía nadie más! Éramos auténticas “fichas de tetris” encajadas unas con otras. Pero teníamos bastante claro que el individualismo estaba vetado en aquel lugar y que nuestra misión no era otra que la de compartirlo todo, incluso el espacio. La concordia entre peregrinos era ejemplar y nos preguntamos si lo que estaba sucediendo entre ese par de millones de almas no podían incluirlo en el perfecto manual del civismo del ser humano. Tan sólo podía ser obra de Dios.

Llegó la tarde-noche y el sol  que nos había estado castigando durante todo el día se escondía. Habíamos saciado el hambre y la sed remitía gracias a las grandes cantidades de agua que ingeríamos. Mientras hacíamos espera a la llegada del sucesor de Pedro, comentábamos que lo que estaba ocurriendo a nuestro alrededor no era posible sin la fe de aquellos peregrinos como respuesta a Cristo.


El Papa Benedicto llegó al encuentro y la Gran Vigilia de los jóvenes dio comienzo. Cuando el Santo Padre se dirigió a los que estábamos presentes, la réplica salida de aquellas miles gargantas fervorosas fue estremecedora. Aquel diálogo trajo desde el cielo el agua que tanto habíamos ansiado en la sofocante mañana, y un vendaval que hizo que se paralizase todo. El Papa con un “baño de rejuvenecimiento” transmitido por todos los presentes aguantó impertérrito al viento y la lluvia en aquel escenario. Lo consideramos como un peregrino más, no podía abandonar a los jóvenes que sin achantarse aguantaron en aquella explanada el temporal con una entereza pasmosa.

Entre el barro generado por la lluvia, los peregrinos se arrodillaban ante el Santísimo expuesto en la custodia de Arfe. La adoración silenciosa fue uno de esos momentos de intensidad de la noche que nos traían a la mente, el por qué estás ahí y para qué. La fe sabíamos que era un sentimiento muy personal pero esa noche se vivió en comunidad mundial. 


Domingo. Despuntaba el sol de la mañana y la megafonía del aeródromo fue el despertador para aquellos miles de jóvenes. Con legañas en los ojos todavía y mientras nos tomábamos el desayuno de aquel fabuloso “picnic”, comentábamos el silencio y la paz con los que había discurrido la noche.  

Era un gran día, los cientos de miles de jóvenes celebrábamos la Misa del Envío junto al Santo Padre. Manifestábamos una alegría exuberante y estábamos deseosos de escuchar la sapiencia del Papa en su homilía. Múltiples mensajes envió y nos nombró emisarios, diciéndonos, entre otros muchos,  que llevásemos al mundo entero la alegría del Evangelio.

Aquellos seguidores de Jesús jamás íbamos a olvidar la experiencia vivida, donde el invento llamado JMJ “Made in Juan Pablo II” nos había provocado un arañazo en el corazón y el regocijo en nuestro interior era indescriptible. Nada acaba, todo empieza. Nos dimos cuenta que la cruz de metal de la cajita blanca brillaba más de lo habitual en los peregrinos.

Emprendimos la vuelta y tras un largo y cansado viaje llegamos a nuestras casas.

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Me dispongo a deshacer la maleta al día siguiente y a ordenar todo lo que traía. Al coger la mochila del peregrino me acordé de aquella cajita blanquecina en la cual estaba aquel curioso prospecto. Buscando entre la amalgama de cosas la encontré, y por tercera vez sacaba aquel papel doblado. Pero ahora sí, sentado tranquilamente en el salón de mi casa y sin nada que me lo impidiese me dispuse a leer:

“Nadie tiene amor más grande…”.Y tras ésta se lee: “Use el crucifijo durante la JMJ, antes y después. Le será útil durante toda la vida”. Y añade: “La Cruz de Cristo cura todas las enfermedades espirituales, fruto de los pecados personales”.

En el apartado “Qué es el crucifijo y para que se utiliza”, el prospecto explica que “el principio activo del crucifijo es el Amor de Dios a los hombres, que se manifiesta de forma perfecta en la Cruz de Cristo, en su entrega plena”. También señala que “la Cruz es el signo del más (+): lo que une el cielo y la tierra y lo que nos une a los hombres”.

Entre otras advertencias dice: “Siempre cuesta llevar la cruz, especialmente cuando se presenta sin buscarla”. “Si ha vivido lejos de Dios, es probable que experimente alguno de estos síntomas, con mayor o menor intensidad, según sus circunstancias: costarle reconocerse pecador y no aceptar la realidad del pecado en su vida, padecer algún trastorno interior: soberbia, lujuria, ira, avaricia…”

El “modo de empleo” del crucifijo anima a llevarlo encima, ponerlo en muchos lugares, mirarlo y dejarse hablar, besarlo y usarlo para rezar. Los “efectos secundarios” de tener la Cruz de Cristo son “vivir con alegría, abandonado en las manos de Dios; superar con garbo las dificultades de cada día; tener fortaleza y personalidad para ir contracorriente; llevar una vida doble y limpia; santificarse en su trabajo y servir a los que viven y trabajan en su entorno” y cuatro más.

Si “omitió tomar esta medicina” (por pereza, ignorancia o intencionadamente), los “síntomas” descritos son: “erupciones de rencor y alteraciones en la capacidad para olvidar las ofensas; tartamudeo al articular palabras de perdón; disminución de la compasión y la comprensión ante los fallos ajenos; incontinencia de la ira; la lujuria y la soberbia; vértigos de vanidad; visión borrosa de la realidad: donde hay hermanos se ven enemigos” y otros cinco.

Pude leer al final del prospecto:”Mantenga el crucifijo al alcance y la vida de los niños, jóvenes y mayores. Todos encontrarán en la Cruz de Cristo la verdadera felicidad, para si mismos y para los demás”.

No salía del asombro de esta verdadera obra de arte y manual de la Cruz de Cristo plasmado en este prospecto. A medida que leía me di cuenta que muchas de las indicaciones que estaban recogidas las venía aplicando por condición cristiana y otras no tanto por condición humana. Pero me dije para si mismo que era un buen momento para empezar el tratamiento.

Aquel prospecto era de una singularidad deslumbrante para ese “fármaco espiritual”. Jamás había pensado que aquella cajita blanca con la Cruz Verdadera de Cristo contenía esa medicina que no caduca y que puede sanarnos el corazón. ¡NO PRECISA RECETA MÉDICA!


Quisiera dedicar estas líneas a todos aquellos que quisieron y no pudieron estar en la JMJ por distintos motivos. A todos aquellos que no quisieron y si pudieron. A mis hermanos cruceros por los momentos vividos con ellos. A los peregrinos de  la Parroquia  Santa María la Mayor de Baena,  y muy en especial  a su sacerdote D. Miguel David Pozo León. Y como no,  a mi amigo y Rvdo. D. Ignacio Sierra Quirós, verdadero “culpable” de haber vivido una experiencia que difícilmente se borrará de mi memoria.    


Castro del Río, 14 de septiembre de 2011, día de la Exaltación de la Cruz.
  

lunes, 12 de septiembre de 2011

Peregrinos Cruceros en la JMJ (II)

por Juan Antonio Bello Jiménez

“La cruz de Cristo da mucho más de aquello que exige, lo da todo, porque nos conduce a Dios” (Benedicto XVI)



Con la mochila en nuestra espalda y siempre siguiendo  la bandera que nos guiaba, más de 170 peregrinos del Arciprestazgo Baena-Castro del Río nos fuimos adentrando en la ciudad para ir siendo partícipes de aquella fiesta de la fe.

Recoletos, Cibeles, Gran Vía, El Retiro… eran lugares bañados por una multitud de jóvenes, formando una masa humana de  vívidos colores. Reían, cantaban, se abrazaban y compartían lo mejor de cada uno. La felicidad se respiraba por cada uno de los rincones de una gran ciudad como Madrid.

Juventud cristiana, pacífica y normal, lejos del estereotipo católico aburrido, serio y beato que se ha intentado crear por algunos sectores de la sociedad. Fue en ese momento donde comprobamos, más que nunca, que ser cristiano no era una cosa rara y arcaica, sino un signo de alegría y amor.

Esta primera toma de contacto con la ciudad nos hizo ver que estábamos sin lugar a dudas, como diría el Beato Juan Pablo II, en la tierra de María, donde los jóvenes venían movidos por la fe y con ganas de encontrar “ése algo más” en sus vidas.


Intentando mitigar un calor abrasador con abundante agua nos dirigimos hacía el Parque del Retiro. Una vez allí, le dimos tregua a nuestros pies sentándonos en el césped, donde se agradecía el frescor que desprendía. Observamos que aquel Parque era una auténtica pasarela de jóvenes de distintas nacionalidades que  iban a la Fiesta del Perdón. Formaban colas interminables de espera para el acceso a aquella fiesta de entrada gratuita con espacios de diseños futuristas. En los rostros de los peregrinos a la salida de la fiesta se les podía adivinar el “chute de paz” al que habían sido sometidos.

A pesar de estar muy a gusto en aquella sombra de la arboleda del Parque, éramos conscientes de que el tiempo era oro, y más aún cuando estás entre cientos de miles de personas y los sitios en barrera -como se diría en el argot taurino- estaban cotizados a un alto precio. Y sobre todo para los cofrades, cuando lo que estaba por venir era el Santo Vía Crucis presidido por el Papa. Aquello no nos lo podíamos perder por nada del mundo. Así que cargamos nuestras mochilas y emprendimos una nueva caminata hacía la Plaza de Cibeles.

Haciéndonos hueco entre la algarabía de peregrinos conseguimos tomar una posición privilegiada. El precio que hubo que pagar fue las más de tres horas a pies quietos, un calor sofocante y algún que otro achuchón moderado. Pero en ese tiempo de espera no hubo lugar para el aburrimiento porque la observación de todo lo que acontecía alrededor de aquella Plaza era un espectáculo masivo. Entretanto, nos llamó la atención sobremanera que aquella cruz de la cajita blanca era prendida en los cuellos, muñecas, mochilas, banderas, etc. de la multitud peregrina.


Pasándonos por la mente de nuevo aquel prospecto que venía con ella, hicimos el amago  para extraerlo de la cajita y leerlo. ¡No pudo ser! Justamente a nuestro lado un “gabacho” adolescente  trepaba como un mono para subirse al árbol que nos daba sombra. El revuelo y la expectación fue tal, que no era el mejor momento para lectura alguna, ya que estábamos más pendientes de que no se cayese sobre nuestras cabezas que de otra cosa.


La espera terminó. El Santo Padre entra en Cibeles y los decibelios de la Plaza subieron hasta tonos ensordecedores. El Vía Crucis da comienzo por el Paseo de Recoletos. La Cruz de los Jóvenes (algunos hemos tenido el privilegio de portar) recorre todo el Paseo portada por los peregrinos que representan el sufrimiento de los jóvenes en el mundo, e iba parando en cada una de las catorce Estaciones, escenificadas por cada uno de los “pasos” de la Semana Santa española que allí estaban. Hecho histórico éste, donde se dieron cita auténticas joyas escultóricas sobre la Pasión y Muerte de Cristo. Acto solemne y emocionante donde los haya, concluido con un Amén al unísono de millares de personas que nos llegó al alma.


Reunidos con otro hermano crucero residente en Madrid, nos dispusimos a ver lo que estábamos esperando durante todo el día, la procesión de aquellos “pasos” que habían permanecido estáticos durante el Vía Crucis. Fue lo que se le suele llamar una “procesión magna”.


Costaleros, portadores, hombres de trono, pasos a ruedas y las molías fueron los distintos modos de llevar los “pasos” en esa noche. Bandas de música, agrupaciones musicales, cornetas, bocinas con ruedas y banda de tambores pusieron las melodías. Los romanos dieron un toque de peculiaridad y los cofrades inundaban Recoletos y Gran Vía. Pero los grandes protagonistas de la noche fueron los legionarios entonando de viva voz el archiconocido “Novio de la muerte” y su Cristo de Mena. No salíamos del asombro de la riqueza de la Semana de Pasión española.

Estaba entrada la madrugada y el cansancio nos acusaba, con esta dosis de “semanasanta” en pleno mes de agosto nos retiramos a descansar de aquella mágica noche. Al día siguiente nos esperaba Cuatro Vientos.


Continuará…

viernes, 9 de septiembre de 2011

Un pequeño anticipo

Como lo prometido es deuda, aquí os vamos a dejar, tal como reza el título de la entrada, un pequeño anticipo del hallazgo que hemos tenido la inmensa fortuna de localizar gracias al esfuerzo, la entrega y la, cuasi, plena dedicación de uno de nuestros hermanos durante este pasado mes de Agosto. Hoy sólo vamos a publicar  el evangelio por el que empiezan los citados estatutos y su preámbulo, el cual, como declaración de intenciones, encabeza el articulado de los mismos. A cuantos os guste la historia en general y la de nuestro pueblo en particular, aquí tenéis una auténtica joya de finales del s. XV que permanecía escondida entre la multitud, como hace el famoso personaje. No es otra nuestra intención que dar a conocer todo el articulado en sucesivas entregas, así como una maravillosa exégesis que del manuscrito original realiza un reputado historiador, al cual ya hemos solicitado los correspondientes permisos que nos permitan la publicación íntegra de su magnífico trabajo.

Para que veáis la importancia del manuscrito os dejo con su contenido por medio de unas palabras del autor del citado estudio:  "La regla de esta cofradía de Castro del Río viene así a cerrar el ciclo completo (triunfo social) de la creencia en el más allá después de la muerte, al ofrecer, en el estado actual de los conocimientos, uno de los testimonios documentales más antiguos de Europa respecto a este tipo de cofradías, y a entrar en un mundo devocional -arrastrado desde siglos anteriores- y construido con muy diferentes aportaciones litúrgicas, legendarias y pastorales del centro de Europa y de Italia tal como se ha podido comprobar."

Breviario S. XV

 El manuscrito original, por costumbre o imposición de la jerarquía eclesiástica de la época, comienza así:

In principio erat Uerbum et Uerbum erat apud Deum et Deus erat Uerbum.
Hoc erat in principio apud Deum, Omnia per ipsum facta sunt et sine ipso factum
est nihil quod factum est: in ipso uita erad et uita erat lux hominum et lux in
tenebris lucet et tenebre ean non comprehenderunt. Fuit homo missus a Deo cui
nomen erat Johannes: hic uenit in testimonium ut testimonium perhiberet de
lumine ut omnes crederent per illum: non erat ille lux sed ut testimonium
perhiberet de lumine, Erat lux vera que illuminat omnem hominem veniente in
hoc mundum, In mundo erat et mundus eun non cognouit. In propia venit et sui
eum non receperunt. Quodquod autem receperunt eum dedit eis potestatem filíos
Dei fieri: his qui credunt in nomine eius qui non ex sanguinibus neque ex
voluntate carnis neque ex voluntate viri sed est Deo nati sunt. Et Uerbum caro
factum est et abitauit in nobis, Et vidimus gloriam eius gloriam quasi unigeniti
a Patre plenum gratie et veritatis, Osana filio Dauit benedictus qui venit in
nomine Domini, Osana in excelsi.

A continuación sigue el preámbulo del articulado con el que, siempre persiguiendo la Gloria de Dios, se dotaron nuestros ancestros cofrades. Fue escrito hace la friolera de, al menos, quinientos doce años y recibió la primera de sus aprobaciones siendo cinco los días del mes junio del año de mil cuatrocientos noventa y nueve.

"En el nonbre de Dios Padre e Fijo e Spiritu Santo, tres personas e un solo Dios verdadero, Trenidat en las personas, vnidat en la exsenÇia
Nos el prioste e ermanos de la cofradía… que agora nuevamente se ordenó en la yglesia de Santa María desta noble villa de Castro el Río, hordenamos y es nuestra voluntad con liÇenÇia et avtoridat del muy rreuerendo señor Obispo de Córdoua o su provisor o lugarteniente que nuestra devoÇión se faga de oy para sienpre jamás en la dicha yglesia de Santa María, E para el rregimiento e hordenanÇa de nuestra hermandat hordenamos e tenemos por bien los capítulos siguientes..."


 
P.S. En nuestro deseo está que empecéis a disfrutar cuanto antes de esta auténtica "reliquia" de nuestro cofrade pasado. Esperamos que muy pronto podamos tener a nuestra entera disposición algo más. Gestiones ya se han iniciado para ello. Como siempre, atentos a sus pantallas.

P.S.2 Para los que tenemos problemas con el latín, aquí os dejo una traducción del texto evangélico, arriba y en esa lengua , publicado:
 
En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
Ella estaba en el principio con Dios.
Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por él.
No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios,
a los que creen en su nombre;
la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre
 como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

«Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Peregrinos Cruceros en la JMJ (I)

Por Juan Antonio Bello Jiménez

“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos” (Jesucristo)


Madrid. Cuatro jóvenes, cuatro amigos, cuatro hermanos cruceros, cuatro mochilas del peregrino, y dentro de ellas, entre libros, guías, mapas, chambergos, acreditaciones…, una cajita con dimensiones y formas digna de estar en la balda de una botica. Llamándonos la atención de un modo especial, la cogemos y leemos sobre su cartón blanquecino: “NO PRECISA RECETA MÉDICA”.


Lo primero que nos vino a la mente fue que en el continente de aquella caja vendrían comprimidos químicos para cualquier tipo de dolencia corporal. Pero no fue así, al abrirla llevados por una curiosidad extrema, cual fue nuestra sorpresa, que encontramos un crucifijo de metal con la imagen de Cristo Crucificado de unos siete centímetros de largo y al que venía adjunto un prospecto con infinidad de dobleces, al más puro estilo de cualquier medicamento que se pueda vender en farmacia.

Desdoblando el prospecto y empezando a leer, vimos que lejos de estar encabezado por el nombre de alguna empresa farmacéutica, estaba impresa la palabra de Ntro. Señor con las que empiezan estas líneas. Siguiéndole doce puntos que desarrollaban las indicaciones, contraindicaciones, precauciones, advertencias, dosis, modo de empleo, etc. de aquel crucifijo.

 Sorprendidos por el tratamiento de laboratorio que se le había dado a la Cruz de Cristo, y con premura porque teníamos que ir hacia el centro de la ciudad sin más dilación, doblamos el prospecto sin leer más de esta primera frase y lo volvimos a meter en aquella cajita. Por el contrario, cogimos aquel crucifijo y de un modo u otro siempre hicimos que viniese con nosotros. ¡Empezaba nuestra crucera JMJ!

                                                                                                                                      Continuará…

lunes, 5 de septiembre de 2011

Vigilia (II)

Estaba seguro que podía haberlas. Mucho mejores que las que yo tenía. Alguna, incluso, hasta de cartel. Aquí os dejo unas fotos que nos ha enviado nuestro hermano Juan A. Bello Jiménez -veraz agradecimiento por ello- de este pasado Jueves Santo. Son una simple muestra, ya que otras las voy a reservar para futuras ocasiones. Lo que seguimos lamentando es no tener ninguna medio buena del "Preso",  hecho que no deja de ser significativo. Sin duda, fueron tantos los agravios cometidos contra Él , tantas las cuerdas que también muchos de nosotros dispusimos para apresarlo durante toda esta pasada Cuaresma que, afligido como nunca, en Su Omnipotente Voluntad no estuvo, no ya salir a la calle, sino tampoco aparecer en las fotos. Tarea ineludible de todos es que no vuelva a suceder. Nuestra aspiración debe consistir en intentar liberarlo cuando otros lo apresen. En nuestras manos, y nunca en otras, siempre la solución.


P.S. Apareció. Ha costado, no os vayáis a creer. Como decíamos el otro día,  tras muchas horas de dejarse las pestañas delante del ordenador, de rastrear multitud de pistas, de visitar un ingente número de archivos. Pero como en todo trabajo que se hace con ilusión y  fe,  tarde o temprano, la más fructífera de las recompensas: unos estatutos, ojo al dato, del año de Nuestro Señor Jesucristo de Mil cuatrocientos noventa y nueve, sí, sí, lo que habéis leído, 1499. Permanezcan pues atentos a sus pantallas. En próximos días, cumplida y más extensa información, ya que, aunque están localizados virtualmente, todavía no ha llegado el soporte sobre el que están en papel. Gracias hermano por tus desvelos -también en sentido literal-. La próxima vez que vayas al oftalmólogo no tengas inconveniente en cargar la factura a la Hermandad. Creo que hasta nuestro tesorero lo entenderá. O no. Saludos.