Como manifiesta Don José Sánchez Herrero, no existe duda alguna de que las cofradías de la Santa Vera Cruz son las primeras y auténticas instituciones de Semana Santa o de Pasión. La mayoría de ellas nacieron íntimamente ligadas a la orden franciscana a mitad o a finales del siglo XV, y se extendieron por toda Andalucía y por toda España después de la famosa carta del doctor Ortiz con el vivae vocis oráculo del Papa Paulo III a la Cofradía de la Vera Cruz de Toledo de 1536.
La cofradía de la Vera Cruz de Córdoba, por ejemplo, se constituye en el convento franciscano de San Pedro el Real, teniéndose conocimiento que desde el 30 de julio de 1538 goza ya de los privilegios e indulgencias concedidos por el Sumo Pontífice Paulo III. Desde esa última fecha y durante los años posteriores, las hermandades de la Vera Cruz se erigen en la mayoría de los pueblos de la diócesis de Córdoba, entre ellos el que aquí nos ocupa, Castro del Río.
Por lo que a él respecta, debemos confirmar que, hasta el momento, no se conocen fuentes documentales que permitan fijar de una manera concreta y precisa el momento en el que tuvo lugar la fundación de la Venerable Cofradía y Hermandad de la Santa Vera Cruz en Castro del Río. A pesar de ello, sí podemos afirmar que es muy anterior al año de 1554, ya que en dicha fecha, como tendremos ocasión de comprobar, estaba perfectamente establecida.
La primeras pruebas documentales sobre los orígenes de la Cofradía las encontramos en la obra del R. P. Fray Martín de Ossuna y Rus, titulada “Memorias Sagradas”, obra manuscrita de 1642 e impresa en 1678 y en el manuscrito titulado “Epytome historial de los carmelitas calzados de Andalucía” que el carmelita Fray Miguel Rodríguez Carretero escribió en 1807, y en el que se recogen las vicisitudes de la fundación del convento de religiosos carmelitas calzados en la Villa de Castro, lo que aconteció el diez de octubre del citado año de 1554 según nos dice Fray Martín de Ossuna.
De una manera pormenorizada nos relata Fray Miguel Rodríguez Carretero, en su obra anteriormente citada, que: “En medio del año del 1554 vinieron de la Ciudad de Jaén nuestros Religiosos convidados del Ayuntamiento y rogados de varias personas de distinción, a tratar la fundación de un Convento de la Orden en esta Villa. No habían pedido al Ylmo. Sr. D. Leopoldo de Austria, entonces Obispo de Córdoba, a cuya Diócesis pertenecía Castro, licencia para dicho establecimiento, como debían haberlo practicado; no se les ocultaría a nuestros mayores que era necesaria la citada licencia; así lo expondrían, más no se obtuvo y se procedió a la construcción de la fábrica del Monasterio. Los Cofrades de la Cofradía de la Vera Cruz, sita y establecida en una Ermita que había inmediata a la entrada o compás que es hoy de este Convento, tomaron las Casas contiguas, fundadas donde hoy la Iglesia y Claustro; labraron Monasterio pues habitaron las dichas casas a modo de Convento….".
Continúa su relato Fray Miguel Rodríguez Carretero diciéndonos que "...en el sitio expresado hubo la Ermita de la Vera Cruz, por la Cofradía del mismo titulo en ella establecida, se comprueba por testimonios fidedignos, por la citada Ermita y Cofradía se intitulo la Casa al principio con la advocación de la Vera Cruz. En el año de 1557 se halla una Escritura ante Gonzalo de Salazar, Escribano Publico, y es una venta de zenso que Alonso de Solís otorgo en dicho año contra el Convento del Carmen de esta, titulo de la Vera Cruz; se haya en el oficio que hoy tiene D. Miguel de Aguilar Guerrero al folio 141. Quando los cofrades cedieron a nuestros mayores la denominada Ermita hicieron igualmente donación y entrega de la hermosíssima y devotíssima imagen de J.C. Crucificado que Juvenal Bruno hizo años anteriores en Baena a la cofradía, el simulacro de Santa Helena y demás insignias que tenían. Pero después, trasladando la cofradía a la Parroquia, pidieron los cofrades a los Religiosos las expresadas imágenes, estos se opusieron, huvo pleyto, y en el año de 1558 se convinieron y transigieron los cofrades con la Comunidad. Otorgaron escritura en la que se contentaron con llevarse a la Parroquia la imagen de Sta. Helena y las andas para sacarla en procesión, y que quedase en el Convento para siempre el Santísimo Señor Crucificado y la Cruz con su manga Con esta y otras condiciones que expresa la Escritura del convenio se concluyo el pleyto. Se celebro esta Escritura ante Manuel Barrionuevo, Escribano publico de esta Villa, en el nominado año de 1558; se conserva en el archivo copia de ella. Desde este año ceso de intitularse la casa con el titulo de la Vera Cruz. En el año 1569 encontramos una Escritura de obligación ante el dicho Escribano de que las obras del Convento de Ntra. Sra. del Carmen las ha de hacer el Mtro. de Albañilería Bartolomé García, vecino de esta Villa; con esta advocación se nombra hasta hoy…”.
La ermita de la hermandad de la Vera Cruz se encontraba situada en el lugar en el que a partir de 1569 se construyó el templo conventual de los religiosos carmelitas calzados, el cual se convirtió, tras la exclaustración de los frailes en agosto de 1835, en la actual Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Carmen.
Tras un examen somero de la estructura de la fábrica del templo, puede afirmarse, con pocas posibilidades de error, que la Ermita de la Vera+Cruz estaría situada en el espacio ocupado actualmente por el coro, la antigua capilla del baptisterio -que constituiría la cabecera de la ermita-, parte de otras contiguas dependencias -zaguán de acceso a la vivienda del párroco- y la espadaña, estando, por consiguiente, orientada en un sentido perpendicular a la actual disposición del templo.
Indudablemente, si la Hermandad de la Vera Cruz tenía a mediados de 1554 ermita propia donde se daba culto al Cristo de la Vera Cruz -posteriormente conocido bajo la advocación de Santísimo Cristo del Carmen- y a Santa Helena, su establecimiento y constitución en la Villa del Guadajoz tuvo que ser, por incostestable lógica, muy anterior a la referida fecha.
La desaparición de la mayoría de los libros, documentos y legajos que constituían el archivo de la Cofradía en los luctuosos sucesos de julio de 1936, ha supuesto que cualquier labor investigadora de su historia resulte ardua y difícil. No obstante, podemos reflejar en esta breve reseña histórica algunos datos extraídos en su mayoría de un extraordinario trabajo titulado “Jesús Nazareno y la Semana Santa de Castro del Río. Cinco siglos de Historia” obra de nuestro paisano Juan Aranda Doncel, académico numerario de la Real Academia de Córdoba y cronista oficial de la Villa de Castro del Río.
Nos dice Juan Aranda, en su obra citada, que el texto de diversas disposiciones testamentarias pone de manifiesto la existencia de la Hermandad de la Vera Cruz en esos años. Valgan como ejemplo las del escribano público Francisco de Porras de ocho de octubre de 1557 y la de María Alonso la Peinada de septiembre de 1558, en las que ambos confiesan su pertenencia a la hermandad, y en otras como las de Bernardo de Mansilla de diciembre de 1557 en la que hace notar la intensa devoción que profesaba a sus titulares.
La Venerable Cofradía y Hermandad de la Santa Vera Cruz, como hemos visto, labró pues ermita propia que sirvió posteriormente de iglesia a la Comunidad de Carmelitas Calzados, trasladándose a la Parroquia Mayor, actualmente Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en el año de 1555, teniendo su sede canónica en ella desde dicha fecha sin solución de continuidad.
Dentro del referido templo de la Asunción de Nuestra Señora, las Sagradas imágenes de la Cofradía de la Vera Cruz recibieron culto, principalmente, en la capilla del Nazareno, también llamada como de San Martín y Santa Catalina, hasta que Don Gaspar de Alvarado y Calderón levanta en 1642 una nueva capilla dedicada a San Pedro y San Pablo, venerándose desde entonces en ella las imágenes de Jesús Nazareno, posteriormente Jesús Preso, de Nuestra Señora de los Dolores y Ecce Homo. Dicha capilla fue objeto de una profunda reforma en los últimos años del siglo XIX gracias al mecenazgo de Doña María Josefa Pérez Pulido que costea un nuevo retablo en piedra de jaspe y una nueva verja o cancela de bronce dorado. A partir de 1960 las Imágenes de la Cofradía son trasladadas a la capilla de Nuestra Señora de la Encarnación, contigua y mucho más espaciosa que la de Jesús Preso, donde reciben culto hasta el presente día.
La Estación de Penitencia se realiza, desde sus orígenes hasta la actualidad, en la noche del Jueves Santo, si bien, antes del desfile procesional, tenía lugar el Pregón de Pasión, desarrollado en una ceremonia separada de los Santos Oficios -que se celebraban por la mañana- y el Pregón o Confortación del Huerto, en el que se representaba el Prendimiento con la intervención de la Escolta Romana. Inicialmente sus cofrades eran de Luz -que portaban cirios encendidos- y de Sangre o Disciplinantes -que iban autoflagelándose durante la Estación de Penitencia-; éstos últimos desaparecen con motivo de la política ilustrada puesta en marcha por los obispos de la Diócesis de Córdoba Don Miguel Vicente Cebrián, Don Francisco de Solís y Don Martín de Barcía, y como consecuencia de las disposiciones contenidas en el Real Decreto de 20 de febrero de 1777 promulgado por el Rey de España, - en aquél entonces- Carlos III.
En sus orígenes, según resulta del testamento de Pedro Sánchez Estepa fechado en 1620 o de la escritura de partición de bienes de Martín Alonso de Alcántara de marzo de 1635, los cofrades utilizaban en la procesión túnica o hábito de lienzo blanco con capirote en el que lucen una cruz verde y refajo de cotonía. Es a partir del último tercio del siglo XVII cuando se sustituye la túnica blanca por otra de color morado, desapareciendo asímismo el cubrerrostro, situación que se mantiene en la actualidad.
Como cualquier otro tipo de entidad, la Venerable Cofradía y Hermandad de la Santa Vera Cruz ha atravesado a lo largo de sus más de cuatrocientos cincuenta años de historia por períodos de todo tipo, unos con viento a favor y otros no tanto, que, como es lógico, han influido e interactuado en su devenir tanto institucional como cotidiano. A pesar de ello, o quizás como su más directa consecuencia, como el más evidente signo de su secular vitalidad y de su claro empeño por perdurar en el tiempo, tenemos que decir -rebosante nuestro crucero sentimiento del más legítimo de los orgullos- que nuestra querida Cofradía y Hermandad es, junto al propio Ayuntamiento de Castro del Río, la Institución más antigua que, sin solución de continuidad, sigue venciendo al inexorable transcurrir del tiempo en nuestro pueblo.
De todos estos hechos y acontecimientos, de bastantes más eventos y vicisitudes, queremos seguir investigando, desempolvando, publicando, ya que muchos son los avatares, los datos, los nombres, que nuestra longeva historia aún mantiene escondidos, no siendo otro nuestro ineludible deber que descubrirlos, publicitarlos y, en la medida de lo posible, legarlos debidamente contrastados a las futuras generaciones cofrades. A cuantos nos precedieron en la loable tarea de hacer y ser siempre Hermandad se lo debemos. Para poner punto y seguido, que no final, a esta primera y breve reseña histórica de nuestra Hermandad, avanzamos que a medida que se vayan alcanzando los últimos objetivos de los muchos trabajos de investigación que en la actualidad se están realizando, utilizaremos este mismo medio para ponerlos a la entera disposición de todos a los que puedan interesar. Hasta entonces.
© Venerable Cofradía y Hermandad de la Santa Vera Cruz
Castro del Río
Agosto a. D. 2011
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