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jueves, 22 de noviembre de 2012

Para muestra un botón

Afortunadamente vivimos tiempos en los que existe plena libertad de expresión. Qué duda cabe. Desde ella, en defensa de sus postulados, no reparan algunos, en mi opinión de forma más que despectiva, en utilizarla para menospreciar la brillante y dilatada trayectoria de quien estaba tranquilo en su casa y fue requerido con urgencia para que intentara restañar tantas heridas como provocó el ya antiguo atropello, hecho que, sin temor a equivocarse -así lo viene demostrando el paso del tiempo-, fue hijo más que legítimo de la irresponsabilidad y de la arrogancia, hermano bien avenido de la improvisación, familiar directo de la inconveniencia, del despilfarro y de la más irrealizable y descabellada planificación.

Pero poco o nada importa ya. Es lo que tienen estas cosas. Eso y lo que tantas veces hemos hablado, lo perjudicial que llegan a resultar en muchos momentos las desmedidas aficiones, que se pica uno con ellas y lo único que se alcanza a saber es cuándo y cómo empiezan. Desgraciadamente, en más de una ocasión, nunca cómo y cuándo se acaban. Paciencia, pues... y tiempo al tiempo, que dicen que siempre hay que respetar aunque no se comparta, porque llegar, como dijo el insigne poeta, todo llega, y todo pasa...

Volviendo al principio, utilizo la mía -mi libertad de expresión,ojo- para reivindicar, no ya la profesionalidad de quien es un auténtico y afamado maestro multidisciplinar en su oficio, sino a la persona que siempre nos atendió paciente y amablemente, al amigo que tantas veces arregló de grado los muchos desaguisados de la Meritocrática - y de los demás, y de los demás-, al cofrade con el que tantas y tan entrañables conversaciones compartimos, al artista cuya dimensión hemos alcanzado a valorar a través de su extensa obra...

Utilizo la mía, como digo, para todo esto y para mucho más, principalmente para enviar un fuerte abrazo y mucho ánimo, en nombre propio y en el de muchos cruceros de Castro del Río, a nuestro tallista, a nuestro dibujante, a nuestro dorador, a nuestro restaurador, y por supuesto, a nuestro más humilde carpintero, como el de Nazaret.

Y es que después de tanto tiempo, poco más. Os dejo con unas fotos de los últimos trabajos que nos está realizando. Como recordaréis son dos ángeles que servirán para iluminar el paso de Nuestro Padre Jesús en la Oración del Huerto, a ver si, de una vez por todas, esa persona que, tradicional y puntualmente, me informa cada Jueves Santo de que no se ve bien la cara del Señor -insiste en que debemos poner unos foquitos- se queda más tranquila. Es broma. 

Sé que no hace falta, pero, como reza el título de la entrada, para muestra basta un botón. Estimado Andrés, que Nuestro Señor Jesucristo y su Santísima Madre derramen sobre ti y todos los tuyos su Gracia y su Esperanza. Por ello ya elevamos oración.



  

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