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jueves, 16 de agosto de 2012

De cerca

Ayer, festividad de la Asunción de la Virgen María a los cielos, tuve ocasión de ver cómo se le colocaba el exorno floral al paso sobre el que la Excelsa Patrona de Castro, Nuestra Señora de la Salud, iba a salir en procesión por la tarde. Este hecho, habitual desde hace muchos años y por tanto nada desconocido, me otorga la posibilidad de, una vez cumplida mi particular misión, deambular tranquilamente por la quietud y el silencio del templo, roto sólo por el característico chasquido que producen las tijeras cuando adecuan la flor y el leve susurro de la conversación que mantienen quienes las manejan.

De una capilla a otra, de este cuadro al de más allá, del cada vez más descarnado pilar a la cóncava superficie del presbiterio, la dimensión espacio temporal que adquiere el sagrado y callado recinto invita como nunca a la reflexión y al detenimiento, a observar con detalle, a la búsqueda de diferentes e ignotas  perspectivas.

Y tras varias vueltas por lo tantas veces reconocido, lo lógico, lo inexcusable, lo íntimamente deseado. Siempre el corazón, y el sentimiento, y la necesidad de consuelo, de protección, del inexpugnable dique que eternamente ampara ante las embestidas de la fuerte marejada que tan a menudo oscurece los días. Y tras varias vueltas por lo tantas veces visto, la paz y el gozo del más seguro y cálido refugio, la Capilla.

Allí estaban, como siempre, esperándome a mí, y a ti, al joven y al mayor, al experimentado y al novel, al que reza con la música, con la lanza o con los pies; también al de la luz, al del rosco y al de la túnica, a los padres y a las madres, a los abuelos y a las novias, a los que se sienten de aquí y a los que no, a los que tienen sus estampas en la cartera, en el cabecero de sus camas, en la guantera de sus coches... Allí estaban, como siempre, dispuestos a escuchar, deseando interceder, siendo cristalina agua con la que saciar la sed de gracia y esperanza.

Y es que ayer, festividad de la Asunción de la Virgen María a los cielos, tuve ocasión de estar muy cerca de Ellos, como tantas otras veces. Mientras hablábamos en silencio de nuestras cosas, me dejaron que les hiciera algunas fotos.


















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