En el día de hoy, 20 de Febrero del a.D. de 2012, se cumplen setenta años de la entrega a nuestra Cofradía de la imagen de nuestra Bendita Madre Crucera, María Santísima de los Dolores, por parte de Don Antonio Navajas Rodríguez-Carretero, el cual, como sabéis, había encargado su realización al imaginero cordobés, natural de la vecina localidad de Bujalance, Juan Martínez Cerrillo.
Aunque bien es cierto que fue bendecida algo más de un mes después, podemos decir que desde este día nuestra Hermandad pudo recuperar el culto público hacia su advocación mariana, el cual le había sido arrebatado unos años antes como consecuencia de los luctuosos hechos por todos conocidos. Desde este día, como digo, se pudo íntimamente sentir, tal como reza el título de la entrada, el refugio, el consuelo y el amparo que, para los creyentes en general y para los cruceros en particular, supone la Virgen María, siempre abogada e intercesora entre Dios Todopoderoso y los hombres.
Aunque bien es cierto que fue bendecida algo más de un mes después, podemos decir que desde este día nuestra Hermandad pudo recuperar el culto público hacia su advocación mariana, el cual le había sido arrebatado unos años antes como consecuencia de los luctuosos hechos por todos conocidos. Desde este día, como digo, se pudo íntimamente sentir, tal como reza el título de la entrada, el refugio, el consuelo y el amparo que, para los creyentes en general y para los cruceros en particular, supone la Virgen María, siempre abogada e intercesora entre Dios Todopoderoso y los hombres.
Mucho se podría hablar de la historia de esta Bendita Imagen, de la motivación que llevó a Don Antonio Navajas a sufragar su realización, de las personas que han sido sus camareras desde entonces. Mucho podríamos reseñar también sobre sus enseres y ajuares, de sus mantos, desde el verde más antiguo hasta el bordado granate actual, de los pasos sobre los que ha procesionado cada Jueves Santo, de la profunda restauración que sufrió la imagen como consecuencia de los pésimos materiales empleados en su original talla y policramado. Pero siendo todo ello importante desde un aspecto más mundano y material, hay algo que, por intangible, supera con creces todo lo anterior. Y ese algo no es sino la inabarcable devoción que a tantos nos sublima, nos anima y nos conforta. Ese algo no es sino lo que nos hace seguir cada día, lo que nos ayuda a superar reveses y aflicciones, lo que nos sigue llevando en pos de la eterna utopía.
Y porque Ella siempre está ahí, quizás sea un buen modo de conmemorar tan señalada efémerides tirando de archivo, el de las imágenes y el de las palabras. Con ellas os dejo.
"...Guapa entre las guapas, guapa mil veces mil, un millón. Qué decir de tus mejillas por cinco lágrimas surcadas, de tu cara de niña turbada de ansiedad, de tus manos abiertas intentando atrapar el aire que le va faltando a tu Hijo en su inhumana Pasión. Qué decir de tu seguro refugio y de tu cálido amparo, de tu fortaleza, de tu mirada triste y de tu entereza en la resignación. Qué decir de Ti, de la Madre siempre, refulgente lucero en la desgracia, ejemplar camino en la abnegación. Y es que, qué decirte Dolores que no te hayamos dicho ya... sin hablarte, sin mirarte. Si Tú lo sabes... en Ti nos encontramos sólo con soñarte... "
Finales de la década de 1950
Finales de la década de 1980
Finales de la década de 2000
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