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jueves, 15 de mayo de 2014

La Primera por Jueves Santo (y II)

Hoy voy a escribir poco. No porque no tenga ganas, todo lo contrario. Después de enterarme de que mis seguidores son auténtica y aguerrida legión, con sincera y humilde gratitud anuncio que ahora ni puedo ni debo defraudarlos. Así que, incluso haciendo de tripas corazón, aunque sea a vuela pluma, puedo prometer y prometo que seguiré escribiendo.

Y es que de unos días a esta parte estoy muy nervioso y apenas si me salen las palabras; no consigo que mis dedos obedezcan y, para colmo, creo que he perdido un billete de veinte euros mientras corría ayer tras mi perro. A pesar de que ése era el presupuesto que teníamos para nuestros caprichos hasta final de mes, a la canina criatura no hubo manera de convencerlo de que depusiera su galante actitud ante una perrita que por allí deambulaba y con la que pretendía establecer una estrecha relación que fuera más allá de la simple amistad. Otro drama más que añadir a la larga lista de mis pesares, por si fueran pocos. Sin dinero para nuestras tradicionales golosinas vespertinas, con el perro a su bola sin hacerme caso, con el resuello completamente perdido... y  con esta incertidumbre... ¡que para uno se queda!

Y es que, nunca como ahora, tengo que reconocer que temo por mi porvenir. Esto de tener la cabeza pendiente de un hilo no es situación ni agradable ni recomendable. Mucho menos para quienes, como yo, sólo tienen una. A ver qué hago sin ella si me la cortan y la pinchan en un palo. Sólo de pensarlo me entran unos escalofríos que no veas lo que le cuelga. Parecidos a los que me produjo la entrada y la salida de alguno de nuestros pasos este pasado Jueves Santo. Tal emoción me embargó que por poco lloro. Con unas fotos de ese día os dejo. ¡Qué barbaridad, cómo estoy! A ver si pasa pronto todo esto y me vuelve la inspiración.



























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