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viernes, 19 de noviembre de 2010
miércoles, 20 de octubre de 2010
jueves, 30 de septiembre de 2010
jueves, 23 de septiembre de 2010
martes, 8 de junio de 2010
lunes, 17 de mayo de 2010
lunes, 10 de mayo de 2010
2ª Entrega Oración a los Titulares
AL PRESO
En el Huerto de los Olivos
donde sangre has sudado,
un beso te ha traicionado
y Te llevan ya cautivo.
Vas preso y desconsolado
por Castro en procesión,
portando como blasón
Tu silencio desolado.
Pilatos te ha condenado,
Herodes, te despreció,
mas ninguno de los dos
sabían de Tu reinado.
Por tanto, convengamos
que mayor delito tenemos,
los que si te conocemos
y también te despreciamos.
Tu desconsuelo es mayor,
pues hasta los más desgraciados
jamás son desamparados,
y Tu lo fuistes, Señor.
Tu que sufristes menoscabo
y supistes de amarguras,
rompe nuestras ataduras
que nos hacen ser esclavos:
Del dinero, de la envidia,
de las drogas, del tener,
y de las ansias de poder
que alimenta la soberbia.
Átanos a la verdad,
encadénanos a Tu rastro,
para que por siempre Castro
comparta Tu libertad.
En el Huerto de los Olivos
donde sangre has sudado,
un beso te ha traicionado
y Te llevan ya cautivo.
Vas preso y desconsolado
por Castro en procesión,
portando como blasón
Tu silencio desolado.
Pilatos te ha condenado,
Herodes, te despreció,
mas ninguno de los dos
sabían de Tu reinado.
Por tanto, convengamos
que mayor delito tenemos,
los que si te conocemos
y también te despreciamos.
Tu desconsuelo es mayor,
pues hasta los más desgraciados
jamás son desamparados,
y Tu lo fuistes, Señor.
Tu que sufristes menoscabo
y supistes de amarguras,
rompe nuestras ataduras
que nos hacen ser esclavos:
Del dinero, de la envidia,
de las drogas, del tener,
y de las ansias de poder
que alimenta la soberbia.
Átanos a la verdad,
encadénanos a Tu rastro,
para que por siempre Castro
comparta Tu libertad.
lunes, 26 de abril de 2010
viernes, 23 de abril de 2010
lunes, 19 de abril de 2010
1ª Entrega Oración a los Titulares
AL CRISTO DE LA BUENA MUERTE
Hasta el silencio enmudece,
bajo el tétrico dintel
del Camposanto de Castro,
mientras se dibuja el trazo
que va dejando el pincel,
la noche del Miércoles Santo.
Es una mano divina
quien maneja la paleta
que pinta este óleo bello,
que para darle su sello,
al cuadro, le da la vida.
Al fondo, refulgentes
las murallas de mi pueblo,
orlan con luz mortecina
de quietud y de misterio,
la Jerusalén eterna
que en Castro hoy toma cuerpo.
Por la empinada pendiente
de cipreses flanqueada,
dos hileras penitentes
avanzan en noche estrellada.
Son sus manos portadoras
de cirios o de faroles,
mientras sus labios musitan
un rosario de oraciones.
Van cientos de penitentes
formando el bello cortejo,
mientras abajo, imponente
viene ya doblando el Llano,
el Cristo de la Buena Muerte.
El aire se va preñando
de maravillosos sones,
por un lado, oraciones,
mas abajo, los tambores
que van el paso marcando,
mientras le van redoblando
al Amor de los Amores.
Y como envolviéndolo todo
el doblar de la campana,
que en su tañer desparrama
suspiros y bendiciones.
Ya sube Cristo la cuesta
que todos transitaremos,
a hombros de sus costaleros
que lo llevan con primor,
viene destilando amor
por sus heridas abiertas,
que para Castro es la puerta
que abre su salvación.
Y hasta los propios cipreses
se hacen sus penitentes
al pasar la procesión,
y lágrimas de confortación
son la escarcha de sus hojas,
que amorosamente mojan
las llagas del Redentor.
Por entre restos difuntos
el cortejo va pasando,
mientras Castro, sigue orando
en esta noche de luto.
Y en su oración va diciendo:
Buena Muerte en Tu agonía,
enséñame Tu a mirarla,
para que pueda aguantarla
cuando me llegue la mía.
Y mientras llega ese día,
quiero ser tu penitente
en las noches abrileñas,
para poder ofrecerte
ésta, mi alma castreña,
¡Cristo de la Buena Muerte!.
Hasta el silencio enmudece,
bajo el tétrico dintel
del Camposanto de Castro,
mientras se dibuja el trazo
que va dejando el pincel,
la noche del Miércoles Santo.
Es una mano divina
quien maneja la paleta
que pinta este óleo bello,
que para darle su sello,
al cuadro, le da la vida.
Al fondo, refulgentes
las murallas de mi pueblo,
orlan con luz mortecina
de quietud y de misterio,
la Jerusalén eterna
que en Castro hoy toma cuerpo.
Por la empinada pendiente
de cipreses flanqueada,
dos hileras penitentes
avanzan en noche estrellada.
Son sus manos portadoras
de cirios o de faroles,
mientras sus labios musitan
un rosario de oraciones.
Van cientos de penitentes
formando el bello cortejo,
mientras abajo, imponente
viene ya doblando el Llano,
el Cristo de la Buena Muerte.
El aire se va preñando
de maravillosos sones,
por un lado, oraciones,
mas abajo, los tambores
que van el paso marcando,
mientras le van redoblando
al Amor de los Amores.
Y como envolviéndolo todo
el doblar de la campana,
que en su tañer desparrama
suspiros y bendiciones.
Ya sube Cristo la cuesta
que todos transitaremos,
a hombros de sus costaleros
que lo llevan con primor,
viene destilando amor
por sus heridas abiertas,
que para Castro es la puerta
que abre su salvación.
Y hasta los propios cipreses
se hacen sus penitentes
al pasar la procesión,
y lágrimas de confortación
son la escarcha de sus hojas,
que amorosamente mojan
las llagas del Redentor.
Por entre restos difuntos
el cortejo va pasando,
mientras Castro, sigue orando
en esta noche de luto.
Y en su oración va diciendo:
Buena Muerte en Tu agonía,
enséñame Tu a mirarla,
para que pueda aguantarla
cuando me llegue la mía.
Y mientras llega ese día,
quiero ser tu penitente
en las noches abrileñas,
para poder ofrecerte
ésta, mi alma castreña,
¡Cristo de la Buena Muerte!.
Aquí os dejo una de las oraciones dedicadas a los Titulares de nuestra Hermandad por el Hermano Mayor D. José Ignacio Luque Aranda recogidas en su Pregón de la Semana Santa de 1995, y recitadas este año a la salida de la Estación de Penitencia.
domingo, 18 de abril de 2010
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